Madrid, 22 de agosto de 2013
Me gustaría que este
post pudiese ser interactivo, no que permita comentarios una vez terminado, sino
algo más, que al ir escribiendo cada cual pudiese introducir sus experiencias,
sus inquietudes y su fuerza como corredor. O corregirme.
Cuando nos proponemos
un reto tal vez no seamos conscientes de toda su importancia, pensamos en la
fecha de la celebración, la distancia a cubrir, lo que hay que entrenar para
lograrlo, pero ¿pensamos también en que estamos adquiriendo un compromiso mucho
más importante?, estamos decidiendo cómo va a ser nuestro futuro en ese deporte.
Si el reto va bien nos sentiremos geniales, nos pondremos metas más altas, … y si va mal creceremos, porque
nos hará ver en lo que hemos fallado, lo que no hemos hecho, aquello en lo que
nos podríamos haber esforzado más.
¿Pero qué sucede cuando
dejamos ese reto sin realizar, cuando abandonamos incluso antes de colocarnos
en la línea de salida? Ahí cometemos el mayor error porque nos va a marcar y a
partir de ese momento ese reto abandonado será una losa porque nos seguirá y
será la excusa comodín cada vez que nos planteemos otro nuevo y no tengamos la
valentía de lucharlo: “si dejé el de antes también puedo dejar el de ahora”; “ese
reto era tan imposible para mí como éste”… y múltiples razones más que nos
daremos y que nos ayudarán en ese instante a sentirnos bien pero que nos
volverán inseguros, poco implicados con el deporte que estamos practicando. No
estoy hablando de lesiones, ni de problemas en la vida diaria, ni de
enfermedades, creo que está claro.
Todos tenemos miedo con
cada nuevo reto al que nos enfrentamos, al menos yo sí lo tengo y no dudo en
gritarlo: ¡Me da miedo ponerme límites mayores! Pero lo hago porque la alegría
que me provocan al superarlos no se puede comparar a nada, esa victoria es mía
y eso merece todo el esfuerzo, y también el miedo, y las dudas, pero lo
fundamental el compromiso conmigo para
no abandonarlo.
Si la meta que nos
planteamos es realista y adaptada a nosotros no podemos dejarla cuando nuestra
cabeza ha dicho que vamos a por ella porque ese instante de debilidad personal dominará
nuestras siguientes metas.
Si no cobramos por
competir, si la mayoría no ganaremos nunca un premio, si ni siquiera tendremos reconocimiento
más allá de los que nos conocen tenemos que elegir un reto que se adapte a
nosotros, no ese que elige el novio, o el que le cuadra a nuestro amigo, ni
siquiera al que se lanzan en masa todos los tuiteros y comprometernos con él,
hacerlo nuestro, luchar y no dejarlo hasta que crucemos la línea de meta. Eso
creo que se llama tener personalidad propia. Eso es que cada uno estamos preparados
para un determinado reto aunque no para todos.
El calor, agosto, y
alguna hora libre son los responsables de este post.
Y un hasta muy pronto.
María Caballero
@MCG66Madrid