martes, 23 de diciembre de 2014

Vente a sumar #kmsXalimentos en Navidad


Madrid, 21 de diciembre de 2014 – 9:30 horas



La primera Quedada de los DrinkingRunners fue el 2 de marzo de 2013. Desde entonces, he escrito una crónica de cada evento, a estas alturas, ser original me resulta realmente muy difícil, contar algo nuevo, más complicado aún. Medito sobre las sensaciones que me recorrieron el domingo en el aparcamiento del Zoo de la Casa de Campo, y llego a la conclusión de que ¡se armó el Belén!, aunque, a diferencia de la película, aquí todo salió perfecto. Al pensar en el ilustrador del Equipo, Pedro @santacenero, que anda trabajando sobre un nacimiento al más puro estilo DrinkingRunners, lo tengo aún más claro.


Tenemos el portal, la carpa de acogida que siempre montan los DrinkingRunners y que se ve desde lejos, bastante antes de llegar. Y en ese portal, una familia divina que recibe a quienes van llegando con una amplia sonrisa, un abrazo, dos besos… ¡Da gusto encontrarnos con Óscar, Paco, Mario…!

Marías y Josés, tuvimos unos cuantos.

Animales no faltaron, un buen número de corredores llegaron con sus perros, muy sociables, acostumbrados a convivir entre ellos, con los dueños de sus camaradas, y con los extraños, que terminarán igualmente corriendo a su lado.


Por supuesto, niños hubo, cada vez más, muy concienciados como futuros corredores, sabedores de estar participando en algo importante, enganchados a estos domingos, contentos correteando tras Pablo Carmenado, quien les dirige en grupo.


Y, cómo no, todos los personajes que se puedan desear: los ultras, los maratonianos, los velocistas, los novatos, algunos lesionados, los que ejercen de fotógrafos que hoy no corren…, los atletas profesionales…

Sin los Reyes Magos, el Belén no estaría al completo, y ellos son nuestros patrocinadores, que aportan los regalos para los sorteos, por suerte algunos muy fieles, llevan con nosotros desde el comienzo, otros se han unido recientemente con fabulosos presentes. Lo que se sorteó el domingo lo podéis ver en la web de los DrinkingRunners.

Los pajes de lujo fueron Isa Macías (@macias1500), su Blog y Luis Alberto Marco (@marco800), su Blog, ambos atletas olímpicos y campeones de España en sus modalidades de 1500 y 800 metros. Nuestro querido Pablo Carmenado, sin ninguna duda, es el gran pregonero de lo que sucede a nuestro alrededor, megáfono en mano, va dando cuenta de lo que iremos viviendo a continuación, y no penséis que algo escapa a su control, da igual con lo que esté en ese momento, se entera de todo, así que cuidadito, tenedlo en cuenta.

Foto de David Roncero




Como este Belén tiene sus necesidades, nos hidratamos gracias a Powerade, recuperamos fuerzas con Victory Endurance.


Foto de David Roncero

Nos endulzamos con @los_Manolitos de la Pastelería Artesanal Manolo, gracias a la iniciativa de Rafa Castillo.


Foto de David Roncero de los Manolitos

Y un gran camello, esta vez con ruedas, en forma de furgoneta del Banco de Alimentos, se llevó todos los kilos aportados por el equipo, corredores, colaboradores, gente que no pudo acudir y que los envió con amigos, en definitiva, una bonita estampa, perfecta para comenzar las Navidades, lo único triste es que este gran camello no lleva regalos para hacer más felices a quienes los reciben, lleva lo básico para quienes nada o muy poco tienen, y precisamente esto me gustaría poder pintarlo de otro color.





Nuestra amiga Mai Rodríguez (@Mai_Tuxi), nos ha llamado "héroes de verde", demuestra mucho cariño hacia todos nosotros y es de agradecer, sin embargo, nada más lejos de la realidad, los verdaderos héroes son quienes se reinventan a diario para conseguir llenar los platos de su familia, o lograr que ese día tampoco les corten la luz, o evitar un desahucio, o… Nosotros compartimos porque tenemos, de no ser así, nuestra solidaridad sería acompañar a alguien, o dedicar tiempo, pero, seguramente, no daríamos alimentos. Lo que no niego es que me encantaría ser un superhéroe, por un rato, uno cualquiera de esos de color verde, y a muchos de los que sueltan tantas tonterías en los medios de comunicación, les haría vivir, durante un mes, la vida de alguno de los españoles que llevan tiempo pasándolo tan mal.

Al no faltarnos de nada, nos acompañó incluso la tele, con Fernando Timón (@fernandotimon) y su equipo. En el informativo de Telemadrid se habló de #kmsXalimentos, aquí el vídeo.


Este proyecto recibe un nuevo empujón, es una vez más un poquito más visible, y puede que algún corredor, no enganchado a las redes sociales (que los hay, sí) conozca lo que hacemos y decida sumarse para la próxima Quedada, o lleguen nuevos colaboradores, o tú, que aún andas con dudas de si pasarte una mañana con nosotros, te decidas finalmente a venir a sumar #kmsXalimentos pero ya no será por Navidad.


Felices fiestas a todos, que disfrutéis con vuestros seres queridos.

Saludos, abrazos, besos,
María Caballero
@MCG66Madrid





Foto de David Roncero mientras corríamos







domingo, 14 de diciembre de 2014

Te tienes a ti, no estás sola, maratoniana - Maratón de Málaga 2014

Málaga, 7 de diciembre de 2014, 8:30 horas

Sábado, antes del maratón.

Correr en una ciudad que no es la nuestra incrementa los nervios y la tensión que siempre llevamos dentro los corredores los días antes de la prueba. Afortunadamente, el Ave salió de la Estación de Atocha, en Madrid, a las 8:30 horas del sábado 6 de diciembre, como era previsible, y llegó a las 11:50 a la Estación de María Zambrano, en Málaga. Allí esperaban Leticia Teboul y Daniel Fuentes, a quienes conocí durante el Maratón de Sevilla, en febrero de este mismo año, amigos eternos, gracias al asfalto.

Lo primero, pasar por la Expo Maratón, en el Palacio de Deportes José María Martín Carpena para recoger el dorsal y la bolsa del corredor. Es muy pequeña, comparada con la de Madrid, o Sevilla, que son las que conozco, desde el centro se puede ver todo perfectamente. Este ambiente provoca nervios, da energía, ¡qué largo es el día previo!


Oportunidad de poder posar con Abel Antón.

Por fin, una foto con Martín Fiz.






Como me inscribí antes de agosto, el precio fueron 35€. Dentro de la bolsa del corredor, un avituallamiento que podemos considerar infantil.


Ya tengo lo más importante en mi poder, ahora toca saber si el hotel se asemeja a lo que muestra su web. La elección ha sido el Hotel Salles Málaga Centro, en la calle Mármoles 6, muy cerca del centro. La habitación es amplia, está bien surtida de muebles. Lo que no me gusta es que en el baño no hay calefacción, hace frío al ducharse y pasar por él durante la noche no es muy agradable.








Más tarde, reencuentro con Gema Sierpes y Ernesto Luque, quienes han viajado hasta aquí solo para verme correr el maratón, ¡menuda presión!, ¡tendré que cruzar la Meta como sea! Todos, con Leticia como experta guía de su ciudad, visitamos la zona centro y decidimos tapear en “Pepa y Pepe”, en la calle Calderería, 9. 

¡Si hubiese soñado un fin de semana perfecto, sería con todos vosotros!

Después seguimos de turismo, paseando por el Paseo Marítimo y tras contemplar el encendido de las luces de Navidad en la calle Larios, Daniel y yo, consideramos que las piernas de estos maratonianos necesitan empezar a reposar.



¡Da rabia estar en una ciudad con tanta vida nocturna y pasar la noche del sábado sin salir de marcha!


Corriendo el Maratón de Málaga.

Lo bueno de correr en otra ciudad es poder elegir nuestra “casa temporal” lo más cerca posible de la salida del maratón, no depender de medios de transporte, llegar dando un paseo, calentando piernas.

Este maratón comienza muy temprano, a las 8:30 horas, hace apenas un rato que ha amanecido, mientras camino hacia el ropero la luz se va haciendo cada vez más intensa. Ya hay ambiente, no demasiado, no suena esa estruendosa música a la que estoy tan acostumbrada en Madrid, que estimula el alma y provoca tantas ganas de correr. Somos pocos corredores, tan solo 3.000, más bien parece una carrera menor.

El ropero está situado en la Plaza de Toros, nada más acercarme veo al grupo Coentrena, con Óscar de las Mozas de capitán, preparándose para la carrera. Un fugaz saludo a todos y a dejar la mochila, que aún me queda ir al baño y colocarme en mi cajón.

Al salir del ropero gritan mi nombre y por fin desvirtualizo a Manuel Espinosa, con un abrazo breve, pero intenso, nos deseamos suerte. ¡Qué pena no haber tenido más tiempo para charlar!

Manuel y yo, desde la noche antes, gracias a Pedro Las Ilustraciones de Santacenero ya somos parte del Maratón de Málaga, incluso antes de correrlo, por esa caricatura que nos regala.


Se me hace muy raro tan poca gente en una carrera como ésta. Mientras me voy abriendo paso entre los compañeros para situarme en mi cajón, me agarran del brazo y encuentro a un sonriente Juan Andrés Camacho El Corredor Errante, ya era hora de ponemos cara, y es aquí en su tierra. 

No estoy tan nerviosa, ni llego en mi mejor forma, por el cansancio, como otras veces, lo que sí tengo claro es que vengo a terminar lo que en breve comenzará.

Del Km1 al 10.

Anuncian que primero tomarán la salida los corredores en handbike, ¡después iremos nosotros a la batalla!

Foto cedida por la organización del Maratón de Málaga

La salida discurre sin problema, avanzamos sonriendo, saludando a los familiares que nos desean suerte a gritos desde detrás de las vallas. ¡Es increíble la de gente conocida con la que me voy cruzando en los primeros metros, la mayoría son de Madrid!

A nuestra izquierda dejamos la Universidad de Málaga y el Ayuntamiento.



¡Es precioso correr junto al mar!, girar la cabeza a la derecha y contemplar esa paz del agua de los días en calma, el sol sigue su avance subiendo lentamente hasta completar el amanecer, los corredores avanzamos contentos por el Paseo Marítimo.



Daniel Fuentes deja a su grupo momentáneamente atrás para colocarse a mi lado, desearme que me vaya bien, comentamos cómo nos encontramos y él regresa con los suyos, yo sigo mi camino.

Pocos metros después, sobre el Km3, aparece Juan Andrés, con sus amigos, me saluda, le deseo suerte y les veo desaparecer entre otros corredores.

Tengo establecido beber desde el Km5, aunque no tenga sed, es una obligación, va a hacer calor y no quiero problemas como en Sevilla por falta de líquido. En el 10 comenzaré a tomar gominolas.

Se sitúa a mi lado un corredor, es José Luis Serrano, de Madrid, correremos juntos hasta el Km10, charlamos de nuestras carreras, de otros maratones, de cómo nos encontramos en éste. En el Km6, ya de subida, aparece el primer corredor en handbike y en el 7 vemos la cabeza de carrera, los primeros juntos, después corredores solos, muy distanciados entre sí, hasta que aparece Abel Antón, bien rodeado, y a continuación el resto de los grupos ya van más apiñados.

José Luis y yo corremos tranquilos, ninguno tenemos intención de lograr nuestra mejor marca esta mañana. Pasamos el primer control de carrera en el Km8 y giramos para subir por el Puerto Marítimo. Ya en el 10, José Luis decide probar lo que puede dar y nos despedimos en ese punto.

Del Km11 al 21.

Me sorprende la desbandada generalizada, algunos corredores les gritan a los que se largan: ¿dónde vais lanzados?, ¡que queda mucho aún! La verdad es que la gente ha pisado a fondo. Sobre el Km11 me pasan Isabel González y Nando Carmona, les veo genial, sé que van a hacer un gran maratón.

Sobre el Km13 llega mi primera preocupación de la mañana. Corremos muy dispersos los corredores, tengo muchos más metros de distancia con el corredor de delante de lo deseado, temo quedarme descolgada, desconozco el recorrido, no hay público que pueda guiarme si me entran las dudas, ni gente de la organización. Hay tramos largos en los que corro en solitario, a tirones, tratando de no perder por nada del mundo la espalda del corredor avanzado. Mi intención de ir tranquila se va destrozando por momentos. Tengo que acelerar…, relajarme.., volver a acelerar… y esto así no tiene muy buena pinta. 

Pasado el Km14, en el Paseo de los Curas, voy forzada, continúa mi persecución y temo que si corro de esta forma durante todo el maratón no me va a ir demasiado bien. Ha comenzado a soplar el viento.

Parece que me persigue el mismo Filípides, pero soy yo la que
lucho por alcanzar al corredor de delante. Foto cedida por Fotos de Deportes

Coincidir con Vicky de Coentrena, que me reconozca y corra conmigo algunos metros para tirarme una foto es un gran alivio, ¡al fin, unos minutos de charla con alguien!

Llego al Km15, donde está el grupo de apoyo que tenemos Daniel y yo: Leticia Teboul, Gema Sierpes, Ernesto Luque y Pedro Frutos. ¡Qué energía da tener a los nuestros en el camino, gritándonos, cargando con todo lo que podemos necesitar que nos den, cámara en mano, inmortalizándonos con sus fotos!




Nada más dejarles atrás, agarro las pasas y me como un buen puñado.

En el Paseo de Antonio Machado, tras el Km16, pienso que han servido mis entrenamientos de loba solitaria, esas tiradas en las que casi no me cruzaba con nadie, la diferencia con hoy es que en los entrenamientos sabía siempre hacia dónde me dirigía.

Hace calor, a ratos. En las calles en sombra, con este viento que no cesa, hace frío, y más sudando. Cambios constantes de temperatura durante todo el maratón. Cambios continuos de ritmo.

Colocarnos en la salida de un maratón con una estrategia es lo correcto, lo sensato y lo apropiado, poder mantenerla hasta el final, hoy sé que ya no es tan sencillo, las circunstancias son las que van a decidir sobre mi forma de correr, me encuentro algo confundida.

A partir del Km18, sigo corriendo a tirones, a ratos rápido, a ratos a mi ritmo, presionada por no perder al corredor que aún puedo ver, con dolor de cuello, de tanto estirarlo para descubrir bien dónde están girando los que van mucho más adelante. Tengo que considerar que alguno de estos corredores puede pararse de repente y dejará de ser mi referencia. Calles sin público; viento de cara que hace aún más duro seguir corriendo sola. Me doy cuenta de que estoy muy nerviosa porque cada pocos metros bebo traguitos de agua, como para sentirme acompañada, o no pensar en el descuelgue.

En el Km21 ya se ha pasado la mitad, solo pido poder establecer un rito constante, no este machaque de rápido/lento, que me está descontrolando mis planes de ir tranquila hasta por lo menos el 30 y no sé si lograré resistir.

Del Km22 al 30.

Nada cambia. Metros y metros en solitario, viento cada vez más fuerte de cara, sin público, y la única compañía por unos segundos, la de los avituallamientos, con esos voluntarios tan jóvenes, con toda su paciencia, atendiendo a nuestras manías, a mí me llenaban mi botella sin dudarlo: ¿hasta arriba?, preguntaban, ¡sí, por favor!, respondía yo.

Como pasas como si no hubiese kilómetro futuro, a puñados, sin pensar si me podían hacer daño en el estómago. Llevo abundante líquido dentro, resuena en mis tripas, demasiado silencio para una carrera, solo escucho mis pisadas.

Durante el Km22, antes de llegar al Palacio de Deportes José María Martín Carpena, un trayecto de ida y vuelta común, mientras avanzo hasta girar, observo a los corredores más rápidos, le grito a Daniel Fuentes, que con su música, ni se entera. Un buen ratito para relajarme acompañada.

Un corredor de piel muy blanca y rubio está corriendo con un vestido de sevillana.

En el Km25, recorriendo la Avenida de Europa, me acordé de las palabras de Carles Castillejo, cuando comentaba que los populares todos tenemos liebre, porque unos corredores nos llevamos a otros. En esta ocasión no es así. A mí no me lleva nadie, más bien me arrastra en una carrera agónica por una ciudad que no conozco, con un recorrido que no sería capaz de trazar sola.

En el Km27, por el Camino de San Rafael, se me ocurre tener un largo monólogo con el del mazo, le comento que ésta debe ser una de esas situaciones ideales para él, las que aprovecha para intimidar al corredor, para meterle la duda en el cuerpo: ¡mira qué solitario vas!, ¿no estarías mejor con tus amigos en la playita?, ¿seguro que quieres seguir de esta forma más rato? No apareció en toda la carrera, no sé si me vio muy segura o muy pesada. Me dejó tranquila. Y de golpe caigo en la cuenta de que ¡estoy feliz!, ¡mucho! No me duele nada, mi cuerpo va respondiendo bien y con la cabeza no tengo dudas. Esta dualidad sólo se da en un maratón, difícil de explicar, complicado de entender. A la vez estaba feliz y aterrada; al tiempo tranquila con mi forma de ir respondiendo, y alterada por lo que estaba viviendo.

La soledad del corredor de fondo, existe.

Tracé un rápido resumen mental, y acepté que si esto era así poco podía hacer, solo resistir. Me tocaba luchar como pudiese hasta llegar a la zona más concurrida.

En el Km29 iba muy concentrada en ver girar a los corredores que con dificultad distinguía a los lejos. Algunas personas aparecían de repente por la calle, con el pan en una bolsa, o el periódico, nos animaban y casi ni los miraba, tan atenta como andaba con mi labor. De repente, escucho pasos rápidos a mi derecha, giro levemente la cabeza y exclamo, ¡toma ya, un tractor, y mira cómo viene! Un corredor con pantalón negro, camiseta también negra, sin mangas, y pañuelo a la cabeza me recordó tanto a Ángel Contador de KMS, que casi le pego un abrazo. Corría a muy buen ritmo y pese a verle alejarse sin remedio me regaló unos minutos muy agradables. Y tanto me concentré en la estela del tractor, que al grupo, de unas seis personas, situado en la calzada en el Km30, gritando mi nombre, no conseguía ubicarlos, hasta que esas barbas me resultaron muy conocidas, y ¡qué gran sorpresa descubrir allí a David Menéndez y Miguel Matías!

Nunca imaginé una calle tan desierta de maratonianos.



Del Km31 a Meta.

En el Km31 nuevamente mi grupo de apoyo. Nunca os agradeceré lo suficiente que justo en este maratón, tan atípico, hayáis estado ahí. No sé si hubiese sido posible sin estas pequeñas dosis de energía con las que me cargabais nada más veros. Si algo tenía claro es que debía terminar, por mí, por vosotros, porque este viaje fuese perfecto, y el puente sólo cobraría sentido si cruzaba la Meta.

Del Km33 al 34 el recorrido es común entre los corredores, subíamos por la Avenida Ramón y Cajal y bajábamos por la de Jacinto Benavente. A partir de ese punto me vino bien tomar mi ritmo, iba cansada, había gastado las fuerzas antes de lo planeado. Aquí en los jardines veía a los corredores más rápidos camino del final, y a algunos que llevaba detrás, como parte de los Coentrena, me permitía saludar a muchos, nos dábamos ánimos a gritos entre nosotros. Hubo corredores que se quedaron clavados en seco sobre el asfalto. Otros que arrancaban y paraban, con el sufrimiento reflejado en sus caras, por los calambres, tirones. El tramo cruel, el campo de batalla, en el que vemos tambalearse a los de al lado, sin evitar preguntarnos si seremos los siguientes en caer o nos salvaremos.

Afortunadamente, en este tramo me sentía contenta, ¡menuda diferencia con todo lo anterior! ¡Gente! Creo que nunca me voy a volver a quejar por las carreras en las que casi no nos podemos ni mover.

Al dejar los jardines atrás, en el Km37, pinchazo intenso en el gemelo derecho, casi era previsible, por los cambios de ritmo, y los de temperatura. Justo en ese punto fuimos bastantes los corredores que nos lanzamos a por el voluntario de la bici con el Reflex, era nuestra salvación, yo solo lo necesitaba para el gemelo, el resto añadieron rodilla, cadera… 

Estaba claro, era para seguir contenta.

En el Km38, nuevamente mi grupo de apoyo. ¡Qué gritos Gema! Casi te oigo hasta el km siguiente. Le dejo a Pedro todo lo que me sobra, los geles, la botella… Hay que liberar peso, que a partir de ahora ya no sobran las fuerzas.



Llegar a la zona centro, es la salvación.

De golpe, todo cobra sentido. Bandas tocando, el público volcado, haciéndonos pasillo, gritos de gente sin conocernos, la piel erizada, un nudo en la garganta, las lágrimas amenazantes…  Y el reloj no importa, ya me da igual que siga corriendo, total, siempre lo va a hacer mucho más rápido que yo. Sé que aquí y ahora está la respuesta, si desprecio este momento, por ganar unos tontos minutos, me marcharé de Málaga solo con la sensación de haber corrido un maratón muy solitario. ¡Sonrío! ¡Disfruto! Y choco las primeras manitas de la mañana, agradezco con el pulgar levantado esos ánimos, poso para quienes me dicen foto. Le aplaudo al señor que con voz ronca me grita: ¡Esa morena…, esa morena…, que va a terminar…, que termina…, que cruza la Meta! Le tiro un beso a la señora a la que le sale de dentro ese: ¡viva los cojones que tienen las mujeres corredoras! Y no es la única, no queda una, joven o mayor, que no me dedique su frase de aliento.


Pasar nuevamente por delante de la Alcazaba y de la Catedral, esta vez corriendo.

Teatro romano a los pies de la Alcazaba

Catedral de Málaga


Interior de la Catedral.

Disfrutar del ambiente de la concurrida calle Larios.


Y creo que continúo corriendo, porque hay un período de ensueño, de irrealidad, de gozo, de felicidad, de comprender que vivir esto es único, y hoy toca en Málaga, sé que no es esa marca deseada (porque la mía se quedó en el Puerto) lo que engancha de un maratón, es este ambiente, son estos 3 últimos kilómetros, ese reconocernos el esfuerzo de tantas horas por parte de los demás, esa alegría de saber que nuevamente lo hemos logrado, que empezamos siendo muy diferentes a como terminaremos, porque estas cuatro horas y pico me han servido para encontrarme conmigo nuevamente.

Ese correr tranquilo termina en cuanto distingo las vallas, bajo un poco la cabeza, como embistiendo al objetivo, miro al frente, y corro lo más rápido que puedo en esas circunstancias, sin poder hacer mucho caso a los que gritan mi nombre, sabiendo que esa alfombra azul pronto la van a sentir debajo mis pies y ese arco me acogerá y habré superado, nuevamente, UN MARATÓN.





Lunes, después del maratón.

Mirar la medalla durante el desayuno, recordar todo lo vivido la mañana anterior. Tener tiempo para recorrer la ciudad, de otra forma, tan distinta, con esas calles, esos rincones que nunca volverán a ser iguales para nosotros, haber corrido por ellos durante el maratón nos hará llevarlos para siempre muy dentro. 

¡Qué bien se siente una tras superar un nuevo maratón!

Visitar la Alcazaba con dolor de piernas, subir los escalones de piedra, distinguir abajo, a lo lejos, el Puerto y recorrernos mil sensaciones de nuevo.






Suerte que no hemos corrido el maratón por estas cuestas.

Vista del Puerto desde la Alcazaba

Descansar en la Malagueta, comenzar a soñar con un nuevo maratón.


Pasar por Málaga y no comer espetos, no tiene perdón.

Gracias a todos por vuestro apoyo, no solo el día de la carrera, sino durante todos los meses de la preparación. ¡Va por vosotros!



María Caballero
@MCG66Madrid






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