domingo, 27 de diciembre de 2015

Conociendo el Cross Ciudad de los Poetas



Madrid, 20 de diciembre de 2015 – 10:45 horas


En los últimos años me estoy especializando, por llamarlo de alguna forma, o habituando, a distancias más largas, medias y maratones, principalmente, y en los períodos de disminución de kilómetros, me gusta competir en distancias muy cortas, entre las que estoy descubriendo algunas muy interesantes, bien organizadas y que incluso, como la que corro hoy, son gratis.

Tras el maratón de Valencia es necesario descansar las piernas, sin parar, me puse a buscar algún cross, y encontré el de la A.D. Ciudad de los Poetas de 6 kms., que se disputa en la Dehesa de la Villa, parque que continúa manteniendo su condición de bosque. Afortunadamente, me inscribí a tiempo, porque este año, en la página web de la carrera anunciaron que en treinta y tres ediciones nunca se habían agotado los dorsales hasta ahora. En las categorías de mayores (juniors, seniors y veteranos) el límite son 300 dorsales para cada una de ellas. También compiten los menores, desde los chupetines hasta benjamines, como ellos son menos, no hay límite de dorsales.

Llego temprano a la Dehesa, me han comentado que el perfil de la prueba es duro y me apetece ver el lugar antes de correr. La temperatura va a ser ideal, debido a este mes de diciembre tan atípico, incluso pasamos algo de calor. Lo primero es recoger mi dorsal, los entregan aquí esta misma mañana, y sorprendentemente, son adhesivos, la primera vez que veo uno así.




Mientras paseo por el lugar, voy coincidiendo con Rafa Martos, Ángel Montaño, Isabel González, Susana Izquierdo, José Luis Galarreta…




El cross consiste en un circuito de 2 kms. al que debemos darle tres vueltas hasta completar los 6. Primero corren los juniors y a continuación los seniors. Por el cambio de sus caras al verlos pasar en cada una de las vueltas, me hago una idea de lo que cuesta esta prueba.


A las once menos cuarto, por fin, corremos los veteranos. La salida está situada en un tramo llano de poca distancia, que en seguida se transforma en una subida corta pero pronunciada, otro llano, una bajada bastante inclinada y a partir de ahí, un constante subir y bajar.

Zona de inicio del cross. La organización publica fotos de descarga gratuita




La carrera discurre por un trecho estrecho, a la izquierda nos limita una pendiente y a la derecha la cinta de plástico colocada por la organización. En el primer kilómetro cuesta correr, todos vamos muy pegados y es complicado adelantar, es conveniente guardar una distancia prudente por la gran cantidad de ramas, piedras y agujeros que hallamos a lo largo del sendero y también porque en las bajadas podemos caernos sobre la persona que llevamos delante si no va tan ligeros como pensamos. Medio kilómetro antes de completar los dos de la primera vuelta, nueva bajada pronunciada. A continuación una cuesta, el llano desde el que partimos y nuevamente la subida pronunciada hasta llegar al arco. En todo el recorrido hay voluntarios, que animan, aplauden y van saludando a sus compañeros de la Asociación que hoy compiten. Al ser una distancia corta todos corremos con el ansia de hacerla lo más rápido posible, cada vuelta duele y nos regula el ímpetu.


En la segunda ronda se corre mucho mejor, nos hemos espaciado lo suficiente para poder llevar el ritmo deseado sin el riesgo de tropezar con los de delante ni caer por no ver lo que hay en el suelo. Al completar los cuatro kilómetros me falta el aire. Justo al pasar el arco, la única recuperación es la bajada y nuevamente acelero y trato de finalizar la última vuelta lo antes posible. Comienzo a adelantar a otros corredores que ya no me vuelven a pasar. Algunos van gritando: “quien quiera paso que lo diga” y unos cuantos ni lo dudamos, lo solicitamos y avanzamos en hilera, tratando de adelantar a algunos más. 

Foto de la A.D. Ciudad de los Poetas

Todo va genial hasta el kilómetro 5, voy forzada, el estómago por un momento amenaza con impedirme seguir, respiro… respiro… resoplo… y logro controlar la situación, al superar la última bajada, ya bien de nuevo,  ni lo dudo, vuelvo a correr con todas las fuerzas, el público que vuelta tras vuelta nos alienta, nos aplaude… merecen una buena entrada, subo la cuesta a zancadas cortas y rápidas, me quedan fuerzas incluso para ir dando las gracias, principalmente a Ángel Montaño, por todo lo que me ha animado antes, un poquito más y de nuevo el arco, y la última vez que tendré que traspasarlo. Una persona de la organización con un aparato lee el código de mi dorsal y me da la enhorabuena por terminar, casi al mismo tiempo que una chica me tiende un Aquarius y me dice: “te lo has ganado María”.

Otra carrera más con #lamorada
del RetoDravet

Es un buen cross, de ambiente agradable, sin aglomeraciones, con una organización que cuida a los corredores y que merece la pena venir a correrlo y sufrirlo.

Saludos, abrazos, besos,



María Caballero
@MCG66Madrid







martes, 15 de diciembre de 2015

Siempre dura de conquistar: Media Maratón de Villaverde 2015


Villaverde, 8 de diciembre de 2015 – 9:30 horas

Las redes sociales nos permiten conocer a mucha gente, no solo de nuestros alrededores, también de otras ciudades y países. Charlar a través de una pantalla nos une a otros corredores, de los que vamos descubriendo afinidades, gustos similares y a los que tomamos cariño día a día aunque lo ideal es el contacto físico, dejar de ser solo fotos y textos y pasar a ser mucho más.

Este fin de semana para la Media Maratón de Villaverde han venido desde Zaragoza Raquel Ginés y Carlos Gálvez, dos personas encantadoras, amantes de este deporte y con deseos, como casi todos nosotros, de conocer cómo son las carreras en otras ciudades. 


Foto de Raquel Ginés

Les convencí para que participasen y no se lo pensaron demasiado. Hay pruebas con las que mantengo un amor/odio a partes iguales, y la media de Villaverde creo que se lleva el galardón. Me hace sufrir como ninguna, año tras año, aún así, no me la quiero perder desde la primera vez que la corrí. Esta vez sabía que me iba a costar mucho más, por no estar descansada al cien por cien tras el maratón de Valencia.

No es cara, el precio de la inscripción son 12€. La camiseta conmemorativa, como es costumbre, de algodón y manga larga, que junto con la bolsa del corredor siempre la recogemos tras finalizar la carrera. 



Asimismo corren los menores, diez minutos después de comenzar los adultos, les toca a ellos.



A pesar de coincidir con el puente de diciembre somos muchos los participantes, bastantes los habituales, que solemos tener marcada como preferente esta media en nuestros calendarios.

El domingo amanece nublado, con buena temperatura para correr. Quedamos en el metro Raquel, Carlos y yo. Durante todo el trayecto, en cada estación, no paramos de ver gente subir al vagón con toda la pinta de ir igualmente a la Media. Coincidimos con Nacho Cepero y el tema sobre el que debatimos hasta nuestro destino es, principalmente, el futuro maratón que realizaremos.



Al llegar al Auditorio del Espinillo lo primero es recoger el dorsal, después dejar las mochilas y a continuación poder saludar al mayor número posible de conocidos.






Foto de Marisa Porral

Marisa Porral, Chema Ocaña y yo nos colocamos en la Salida con la idea de correr juntos. Mientras Marisa y yo no parábamos de hablar, Chema estaba ligeramente ausente, silencioso, mirando al frente solamente, lleva meses sin competir en esta distancia. La música, el speaker,… alborotan los ánimos, nos aumentan las ganas de correr, y tras el pistoletazo de salida, la gente comienza lanzada, nos hemos colocado bastante delante y no cesan de adelantarnos corredores. Los primeros metros desde la calle Unanimidad son estrechos, avanzamos apiñados, muy pegados, tras la cuesta abajo del principio, una ligera subida.




Chema desmarcándose discretamente de nosotras

Del Km1 al 5.

Nos dejamos arrastrar por la alegría del grupo. Para mi gusto comenzamos muy fuerte para una media. El Km1 a 5’18” sabemos que no lo aguantaremos mucho tiempo. A Chema le veo muy optimista, nos adelanta y se mantiene delante hasta casi el Km2, cuando dejamos el asfalto para continuar corriendo por tierra al adentrarnos en el Parque Lineal del Manzanares. Este año, sin lluvias, la tierra está seca y firme.

Intentamos correr cerca de los 6m/km, el kilómetro 5 fue el más lento y nos salió a 5’56”. ¡Qué raro se me hace desear correr despacio en competición! Lo habitual es forzarme para correr un poco más rápido con cansancio, calor.. o lo que toque en ese momento. Llegamos al primer avituallamiento en el Km5 dándonos cuenta de que como liebres no somos nada buenas, a Chema no se le intuye contento con el ritmo al que le llevamos, cada vez se queda más alejado y nosotras retardamos nuestra carrera sin lograr ajustar un ritmo cómodo para los tres. Nosotras anhelamos despegar, él relajar aún más su crono.

Del Km6 al 10.

No hace nada de frío, al contrario, a mí me sobra la doble capa, cerca del río lo que sí molesta es la humedad que se nos pega y cada vez está más mojada la ropa. Entre charla nos olvidamos a ratos del ritmo que debemos llevar, las dos tenemos hoy ganas de correr, nos lo piden las piernas, nos está costando retenernos. El Km6 cae a 6’02” con gran esfuerzo. Es la primera vez que voy tan pendiente del crono y que en una crónica hablo tanto de ritmos, no va conmigo en absoluto.

En el Km8, tras comprobar que llevamos mucha distancia respecto a Chema, y que parece bastante claro que prefiere perdernos, decidimos dejarle, que encuentre su ritmo, y no se agobie. Desde este punto empieza nuestra verdadera media, tratamos de correr lo más rápido posible y ya veremos si recuperamos algo del tiempo perdido, o nos la pegamos en los últimos kilómetros de subida.

Del Km11 al 15.

Un tramo del recorrido es muy motivadora para la carrera, la del trecho del río donde vemos a los corredores más avanzados arriba, y después al ascender nosotros, observamos a los que van detrás. Descubrimos a Chema más relajado, tengo plena confianza en que podrá con Villaverde, le gritamos frases de ánimo y apretamos de nuevo. Bonito camino serpenteante desde el que nos saludan los rápidos Héctor Hernández, Fernando Sánchez, Francisco Javier Domínguez… entre otros muchos. A nosotras nos tocará hacerlo con Ángel Montaño, Cynty Zalazarlg… que vienen detrás.



A partir del Km13 abandonamos la zona del río y retomamos, nuevamente el asfalto, una subida, corta pero pronunciada, nos lleva a una rotonda y a partir de aquí casi todo el recorrido será en subida.

Del Km16 al 20.

Marisa deseaba terminar Villaverde en menos de dos horas, con la dureza de la parte final, y el tiempo que hemos perdido en el inicio nos va a resultar muy duro. A mí la marca me da realmente igual. Si logro completarla, objetivo cumplido.

La subida hasta la rotonda de la Gran Vía de Villaverde duele en el Km17, agarramos la botella de agua en el avituallamiento, giramos, tras unos metros rectos, una bajada que viene genial para recuperar antes de las próximas subidas.

Llegamos al Parque Dehesa de Boyal. Vemos cómo algunos compañeros se paran y andan, con los brazos abatidos. Nosotras vamos bien, hago los cálculos y le confirmo a Marisa que es imposible terminar por debajo de las dos horas, tendríamos que bajar de 5 minutos, ninguna corremos tan rápido tantos kilómetros, trataremos de hacer el mejor tiempo posible. Este tramo de parque, tan silencioso y tranquilo, siempre me parece una gran trampa, para caer, para dejarse vencer.


A partir del Km19 sabemos que lo que corresponde es subir, continuo callejear, tomar curvas, algunas en subida, que se clavan en los gemelos.

En estas calles en ediciones anteriores la gente es numerosa, los ánimos ayudan a enfrentar lo más duro. Esta vez solo nos animan algunas personas desde las ventanas y un muy disperso público por las aceras.

Al quitarnos la presión del crono, disfrutamos saludando a la gente de la organización, dando las gracias a los que nos alentaban, chocando cuanta manita infantil aparecía a nuestro alcance.

Del Km21 a Meta.

De nuevo el encuentro con el último duro kilómetro. Le comento a Marisa que tengo que dejarla, los calambres amenazan mis pies, o corro más rápido o es probable que tenga que terminar caminando. Me siento con fuerzas de apretar, tanto que logro completarlo a 5’27”. 

La alegre bajada de la salida en la calle Unanimidad ahora se transforma en una subida cruel, me muestra el arco arriba, tramposo, en él no paramos, ese no es la meta, el final lo alcanzaremos dentro del Auditorio, hay que recorrer aún varios metros hasta pasar bajo esa Meta, entre gritos y aplausos, que este domingo no sé si me ha costado mucho o poco, ha transcurrido de una forma muy amena gracias a la compañía que llevaba, es la segunda carrera que corro junto a alguien este año y ¿me está gustando?


Fco Javier Domínguez me gritaba ¡no pares que aún no es la meta! Y me dio
la risa, lo sabía bien de otros años. Foto de Guille de FFD


Esta es la forma normal de subir la última cuesta


Fotos de Pedro Frutos

De lo que no tengo dudas es de lo grato que resulta el reencuentro con los compañeros al finalizar y más cuando todos hemos logrado cruzar la meta.


Foto de Pedro Frutos

Foto de José Luis Basalo

Ni de lo que nos gusta contarnos las carreras, incluso habiéndolas vivido todos el mismo día.


Foto de Marisa Porral

Saludos, abrazos, besos,


María Caballero
@MCG66Madrid






domingo, 6 de diciembre de 2015

Superando obstáculos, cumpliendo sueños. Un gran año de running


Madrid, 6 de diciembre de 2015



Antes de comenzar, quiero darle las gracias a María Caballero, por darme otra vez la oportunidad de contaros mi año de running. En mi primera colaboración en su Blog, otra forma de correr, os hablé, entre otras cosas, sobre mis inicios en este mundo.

En 2015, a la hora de practicar running, he compaginado la handbike con la silla de ruedas de activo, que no de competición, para ello hay que tener muchos aspectos en cuenta a la hora de practicar este deporte de una manera o de otra.

Respecto a la silla de ruedas:

· Con ella la estabilidad es menor, por lo que debemos considerar la altimetría para darle a la silla el impulso adecuado sin sufrir ningún percance, esto en mi caso implica que muchas veces algunas cuestas no pueda subirlas sin la ayuda de alguien, o en su defecto, practique el tractorismo runner (lenta y fiable).

· También es importante el firme, pues no se puede ir por todas partes, cualquier bache te puede hacer tener un contratiempo.

Las carreras en las que he participado con la silla han sido por diversión, en compañía de muy buenos amigos, y con la camiseta de mi gran familia Drinkingrunners, siempre visible para practicar el #run4fun y sumar #Kmsxalimentos.

Carreras:

- 23/03/2015 DKV BOMBEROS DE MADRID 10KM
- 07/06/2015 POPULAR DE HORTALEZA 10KM
- 21/06/2015 NORTE Y SUR 10KM
- 28/06/2015 HAY SALIDA 10KM
- 05/07/2015 METLIFE 15KM


Foto de Revista Run Online

La handcycling o handbike (bicicleta de manos):

· A diferencia de la silla de ruedas la handbike es mucho más estable, me permite ir por diferentes tipos de terreno sin tener que llevar tanto cuidado. En cuanto a la velocidad, puedo ir mucho más rápido, siempre con cuidado de no tropezar con nadie.


Desde enero de 2015 pertenezco oficialmente al equipo de Handbike Fundación Repsol - Fundación También. Me lo tomo muy en serio aunque me divierto igualmente.

Si no fuera por la Fundación También me sería mucho más complicado practicarlo. Antes de entrar en el equipo empecé con una hanbike que no era de competición, es bastante más pesada, pero se adaptaba bien a mi lesión medular, con ella, y gracias a los entrenamientos, el día 31 de mayo conseguí mi primer reto, terminar una carrera sin ayuda, lo que hasta ese momento no había sucedido y tuvo que ser en la Liberty, carrera muy especial para mí, ya que es la primera en la que participé en compañía de una gran amiga.

De la edición de este año quiero destacar lo emocionada que me sentí cuando de repente, pasada la peor parte de la carrera, vi al coordinador del equipo, sabía que estaba cerca de la meta y que iba a lograr terminar yo sola. Tenía mi cara sonriente pero en el fondo lo que me apetecía era llorar de la emoción. Creo que lo primero que hice nada más llegar a meta y verle, fue abrazarle y darle las gracias por confiar en mí, ¡lo había conseguido!




A partir de entonces vinieron más carreras y como dice un gran amigo “no bajarme del podio”.

Esto último, para mí era lo de menos, mi rival era yo misma y las metas que me había propuesto: terminar sola en handbike todas las carreras de 10kms que pudiera y, si era posible, mejorar mi marca personal.

¿Creéis que he conseguido ambas cosas? Tendréis que leer entero este texto para enteraros.

En mi reto de terminar sola, en la gran mayoría de las carreras he ido arropada de buenos amigos que me han ayudado dándome apoyo moral para finalizar las carreras y no rendirme, como estuve a punto de hacer en la carrera de Madrid corre por Madrid y gracias a Iván y Baldo, que me acompañaron toda la carrera, no lo hice. A veces no ha podido acompañarme ningún amigo porque no han conseguido alcanzarme antes de llegar a meta.


Foto de Laura Puerto

Antes de verano me dieron la gran noticia de que me habían apuntado, junto con otros compañeros del equipo de Handbike Fundación Repsol - Fundación También, al GP de Handbike de Jerez, el 5 de Septiembre. Me puse muy contenta a la par que nerviosa. Me apuntó Miguel Ángel porque estaba convencido de que estaba preparada para mi primera carrera oficial con el equipo y aunque no saliera bien la competición por lo menos iba a disfrutar de la experiencia. Así que tuve que habituarme rápido a la handibke de competición, solo pude utilizarla unas pocas veces ante de irnos a Jerez de la Frontera. Fue un fin de semana irrepetible, que pude disfrutar en compañía de #mifanumber1, Héctor Romero, ya que él quería vivir desde dentro este mundo. Al final y haciendo caso de la frase de Ángel (ContadordeKms), volví a subir al podio, pero esta vez acompañada por una de mis referentes en este mundo, la triatleta paralímpica Eva Moral.



Foto de Héctor Romero

Así han ido pasando los meses y las carreras, hasta que ha llegado el final de la temporada del equipo de Handbike con la Fundación.

Carreras:

- 29/03/2015 MEDIA MARATON DE MADRID ASICS 21KM
- 31/05/2015 LIBERTY 10KM
- 05/09/2015 GRAN PREMIO DE HANDBIKE JEREZ 14KM
- 20/09/2015 MADRID CORRE POR MADRID 10KM
- 26/09/2015 HIGUERO RUNNING FESTIVAL 5KM
- 18/10/2015 CSIC 10KM
- 01/11/2015 MADRID TAMBIEN SOLIDARIO 10KM
- 28/11/2015 PONLE FRENO 10KM


Foto de Marisa Porral

El broche final lo pusimos con la carrera de Ponle Freno, el día 28 de noviembre. Es una prueba patrocinada por Atresmedia y cuyos beneficios íntegros iban destinados a la investigación médica de las lesiones medulares.

Había quedado con los del equipo en la Plaza de Colón, en la zona de salida de la carrera a las 8 de la mañana. Llegué a la vez que el entrenador y cuál es mi sorpresa que me encuentro a la talismán del equipo y a otra niña que hacía poco que había empezado a practicar handbike.

Son las dos nuevas promesas del equipo, esa mañana lo dieron todo.


Foto de Marisa Porral

Hacía mucho frío y corrí con la chaqueta del uniforme del equipo. Los 5kms primeros eran de subida, no quise darle muy fuerte para poder terminar la carrera. Físicamente me sentí mucho mejor que otras veces, se notan los entrenamientos y el cambio de la handbike, ésta pesa mucho menos. A lo largo de esos primeros kilómetros me alcanzó una de las niñas del equipo, iba acompañada por su padre, así que pensé “esto no puede ser” y corrí con más ganas. Cuando empezamos a bajar tuve que ponerme a gritar para que los corredores de a pie me dejaran pasar, sin embargo, algunos no me oían, iban con la música y no me escuchaban. Vi aparecer a mi compañera Marta y entre las dos nos fuimos abriendo camino. Casi al final de la carrera nos encontramos con la otra niña del equipo. Marta y yo la escoltamos hasta el final, si bien a veces Marta iba detrás de ella y yo delante, y viceversa, así nos turnábamos para gritar a los corredores que nos dejaran paso. Tuve que frenar varias veces para no pillar a nadie. En el giro a la altura del Palacio de Cibeles éramos tantos corredores y tan poco el espacio para correr que me costó torcer y, claro, me topé con dos corredores, que no me miraron muy bien, ¿qué iba a hacer yo si iban con la música puesta y no me habían oído pedir paso? En ese punto perdí de vista a mi compañera y a la niña que iba con nosotras. 

Me divertí mucho en la carrera. No pude mejorar marca pero quedé tercera de handbike de chicas. Y lo que todos supongo que estabais esperando que contase, pues sí, con esta carrera conseguí mi reto: TERMINAR TODAS LAS CARRERAS DE 10KMS EN HANDBIKE Y SIN AYUDA.

Esperemos que el año que viene sean más kilómetros y mejores aún. Muchas gracias a todos por vuestro apoyo incondicional y a la Fundación También por todo lo que hace por nosotros.


María Matilla Valls
@matillavm




miércoles, 25 de noviembre de 2015

El QUINTO, sólo podía correrlo aquí, Maratón de Valencia 2015



Valencia, 15 de noviembre de 2015 – 9:00 horas

Una pareja de Córdoba, que al casarse se traslada a vivir a Madrid. ¿Dónde va de vacaciones un matrimonio con cuatro hijos pequeños? La mejor opción es volver al pueblo cada verano. Así pasamos varios años, hasta que mi padre decide que es hora de que la familia conozca el mar. Él ya lo había visto, cosas de la mili. Y como por tantos otros madrileños, la ciudad elegida fue Valencia. A mí la playa me pareció el lugar más maravilloso del mundo. El último día de vacaciones, mi padre me llevó a la orilla y me dijo: “despídete del mar hasta el próximo año”. Pedí con todas mis fuerzas poder volver de nuevo allí. Y el deseo se hizo realidad. A primeros de agosto de 1978, regresamos ilusionados a Valencia, el día 8, mi padre murió de un infarto. Igual a él le gustaba el mar tanto como a mí, y fue el mejor lugar para quedarse.

¡Qué dura de correr es la vida y no un maratón! Los 42 y pico, mejor o peor, se terminan en algún momento. Los kilómetros de la vida hay que continuar recorriéndolos, aunque no nos apetezca, ni nos agraden en absoluto.



No entraba en mis deseos volver a Valencia, en ningún momento me lo planteé voluntariamente, hasta que comenzaron a contarme compañeros a su regreso cómo era el maratón de esa ciudad, se me llenaron los ojos de deseo al ver pasar por delante tantas fotos. Leí todas las crónicas que pude localizar, de gente conocida, desconocida… En 2014 me hubiese gustado unirme a un grupo de personas a las que aprecio mucho, me faltó valor, no era el momento…

Amanece, debo correr un maratón.

En la mañana del maratón siempre hay un cóctel extraño de sensaciones y pensamientos: temor, alegría, pereza, ilusión, fuerza, angustia, euforia… y tremendas ganas de empezar, ¡que llegue ya!

Salimos del hotel, Rai, Belén, Pedro y yo. Creo que hablando poco. No es que los maratonianos nos levantemos de malhumor el día señalado, simplemente, en nuestra concentración podemos ignorar un poco a la gente a nuestro alrededor.

Caprichos del destino, coincidir con Cyty Zalazarlg
al salir del hotel camino del maratón

Apoyando al Reto Dravet con #lamorada
Tramo final antes de llegar a la alfombra azul


Afortunadamente, en el ropero no invierto ni cinco minutos en dejar la mochila. En los baños, la cola de hombres es considerable, la de mujeres, bastante reducida. 

Cuando llego, los cajones están muy llenos. Cuesta avanzar hasta el mío.

En la salida, guardamos un minuto de silencio por las víctimas de los atentados de París. A las 9, sale la primera oleada de corredores, los de menos de tres horas y media, y los que correrán los 10kms. Cinco minutos después me tocará a mí. Mientras recorro algunos metros hasta traspasar la línea, coincido con Javi Pintos, contrastamos nuestras sensaciones y los dos opinamos que el calor de la mañana decidirá, finalmente, nuestra forma de enfrentarnos a la prueba. Caminamos, más que corremos, durante el primer tramo algo estrecho, hasta que salimos a una avenida amplia. Entre gritos, silbidos, risas…, nos vamos despegando ligeramente unos de otros. ¡Con qué energía iniciamos esta aventura!

Del Km1 al 10.

Sobre el Km4,5, gritan a mi espalda: “una loba esteparia siempre encuentra a otra”. Para mi felicidad, al girarme, descubro a Mónica Arce. Era inevitable que nos encontrásemos, sin haber quedado, sin ponerlo en común, allí estábamos las dos, comentando lo especial que era para nosotras estar en Valencia, pocas frases, solo alguna mirada con la que nos decimos todo, corremos unidas.

En el avituallamiento del Km5, Mónica, más cerca de las mesas, agarra una botella de agua, me grita que lo deje, que tiene otra para mí, y tratamos de alejarnos sin tropezar con las botellas, los tapones…, y bebemos un poco más adelante. Cada una vamos metida en nuestra carrera, largos silencios, algún comentario, una sonrisa, sabemos que esto va a ser largo, mejor no desgastarnos innecesariamente. El calor es importante. Empapada por la humedad, casi desde el inicio.

En estos primeros kilómetros corremos bastante agrupados. No hay peligro de despistarse y errar el recorrido. También ayuda que una eterna línea azul nos marque las zonas de la carrera, ante la duda, mira hacia el suelo y sigue ese color.


En el Km7 atienden a un corredor tirado en el suelo ¿cómo se hace para observar a alguien así, mirar hacia adelante y proseguir corriendo? Seguramente, debe ser similar a lo que nos sucede al ver la televisión, nos impresiona una noticia, dejamos de prestarle atención, y reanudamos lo que hacíamos.

Bandas de música repartidas en diversos puntos hacen resonar los tambores. Les encuentro sentido. Me recuerdan a los de la selva, nosotros somos posibles animales a cazar y el tambor nos va indicando que la fiera puede andar cerca, ¿a quién le tocará el zarpazo de un calambre, de un dolor, de una lesión repentina? ¿A quién le alcanzará el del mazo? ¿Quiénes se salvarán? Sigo corriendo, algunos kilómetros después, otro grupo, con nuevos tambores que me aceleran el corazón.

En el Km7,5 distingo el primer difusor de agua. Lo que la organización llama de forma tan bonita, son simples mangueras conectadas a un camión y sujetadas por una persona. Le digo a Mónica que me voy al lateral, no me apetece ir más húmeda. Ella, titubea, y finalmente, decide no mojarse tampoco. A la mayoría parece apetecerles pasar bajo el chorro.

De nuevo avituallamiento, en el Km10, no dejes pasar ninguno, hoy es una orden personal. Aprovecho el agua y tomo mi primer gel.

Del Km11 al 20.

En el Km11 está Belén Delgado. Al verla le grito “¡Mónica va conmigo!”, sé que no me entiende, tenía que intentarlo. Poco después se nos une Prado Gutiérrez. Creo que llega más fresca que nosotras, lo digo por más habladora.

Foto de Belén en el Km11

Medio kilómetro después, qué subidón al ver a Agustín Rubio y Soraya Casla, con la bandera de los Tigers Running Club. En una ciudad que no es la nuestra es muy importante ver a alguien conocido de vez en cuando, aunque sea un instante, da fuerza, seguridad, nos aporta ese segundo de alegría que ayuda a relajar la mente. Un maratón se queda con parte de nosotros por el camino, a cambio, debemos llevarnos algo que merezca la pena recordar.

En el Km15 va siendo hora de agarrar las pasas. Las liebres al pasarnos nos recuerdan que hay que beber, que la mañana va a ser dura.

En el Km16,5 me paro para pedirle vaselina a Pedro, por las rozaduras entre las piernas. Para mí la opción del pantalón corto no es acertada en esta distancia tan larga, la pirata siempre me evita estos problemas. En este punto pierdo a Mónica y a Prado.


De la Media al Km30.

Antes de concluir la Media, Ángel Sánchez, o Contador, me descubre y grita mi nombre a pleno pulmón. Atravieso el asfalto de punta a punta, para rozar al menos su mano. Al acercarme me pregunta si voy bien, y comenta que me ve genial.

Suenan constantes pitidos intermitentes, acabamos de traspasar el Km21. Logro hacer la Media en muy buenas condiciones, me siento genial, tranquila, fuerte. Es un punto crítico, con gente andando, o agarrándose la pierna tratando de mitigar el dolor, o estirando en los bordillos de la acera. El público se vuelca en todo el recorrido. Las mujeres, al ver a otra corriendo, saben por quien tomar partido. Los niños, con toda su paciencia, extienden una mano con la esperanza de que alguien se la choque. Otros preguntan: ¿y papá? Imágenes que pasan muy rápido, ni siquiera somos conscientes de que las hemos captado, hasta que días después, nos sentamos a escribir, a tratar de recordar lo vivido y surge todo de golpe, y se nos hace un nudo.

Sobre el Km24, de nuevo Belén. Después Agus, Soraya y Julián Domínguez.

En el Km26 aguarda Pedro, como no necesito nada, aprovecha para sacarme fotos. Éste y el 27 los corremos paralelos a los Jardines del Turia.



Hasta el Km30 la carrera transcurre según lo entrenado. Permanezco optimista. No voy a lograr menos de cuatro horas, puedo luchar para quedarme cerca. Acuso algo el calor y llevo exceso de líquido dentro. Empiezo a tomar isotónico y orejones.

Del Km31 al 39.

Es el primer maratón con necesidad de ir al baño, ¡el exceso de agua!, pese a la situación en el 10, 20, 30 y 40, no localicé ninguno.

En el Km32,5, los de la manguera han formado un charco inmenso sobre el asfalto. Los corredores no nos queremos mojar los pies, porque si lo atravesamos, nos cubrirá el agua hasta el tobillo. Comenzamos a corretear hacia un lado y hacia el contrario, tratando de buscar la zona menos profunda. En el deambular, me gano un pisotón accidental de otro corredor, me machaca el dedo gordo del pie izquierdo. El dolor aparece como ligero en su inicio, pero irá aumentando según transcurran los kilómetros.

A partir del Km34 el maratón cambia un montón, dejamos las amplias avenidas y se estrecha el lugar por el que corremos. Cuesta avanzar entre corredores que van andando, hay que prestar atención porque otros se paran de golpe y debemos esquivarlos, o frenar en seco, para no golpearnos contra ellos, los ritmos caen, se nota el cansancio.

El público se reduce durante un tramo, para reaparecer en los kilómetros finales en los que son tan necesarias esas voces que nos empujan.

En el Km35, pienso que mi carrera puede hallarse sentenciada. El dolor se torna insoportable, desde el dedo, ha subido hasta la rodilla y lo noto por el muslo, camino del glúteo. Si quienes no corren nos leen, pensarán que lo que contamos son simples excusas, sin serlo en absoluto, para justificar una mala o fallida carrera. El maratoniano se propone correr lo mejor que ha entrenado, o puede hacerlo ese día, por su parte, el maratón dispone lo que nos tocará a cada uno de nosotros. Me espera Pedro. Al no disponer de un pie de recambio para mí, no le comento nada sobre el suplicio para no preocuparle.




En el Km36, el dolor del pie se torna insoportable, piso mal y afecta también al gemelo. Encuentro a uno de los voluntarios con Reflex y el líquido me ayuda a continuar. En este kilómetro llevo el estómago muy lleno de líquido. Solo he tomado un gel y pasas hasta el 30. A partir de ese kilómetro, he sobrevivido a base de orejones, me hubiese venido genial tener algún otro gel dentro del cuerpo, pero el miedo a que no aguantase el estómago ha impedido que lo tomase.

A pesar del estómago revuelto, sigo bebiendo porque en los dedos de los pies han aparecido ligeros calambres, no quiero padecer los estragos de la deshidratación.

Del Km40 a la META.

En el Km40 me paro. Agarro un vaso de isotónico y sin pensarlo lo trago con ansiedad. Nunca he tomado más avituallamiento del que pensase me correspondía. Pido perdón a la voluntaria y agarro un segundo vaso. Me lo bebo igual de rápido, no me da ni por pensar si me va a sentar mal. Estoy colocada como un ave zancuda, la pierna izquierda encogida para reposar unos segundos el pie del asfalto. ¡El dolor me está matando! La chica me sonríe y me dice: “toma, María, te dejo esta media botella, para que te la lleves, verás cómo así consigues llegar hasta la meta”. Le doy las gracias, reanudo la carrera, y le vuelvo a agradecer su gesto.

Seguramente ese ángel con papel de voluntaria, sí que me ayudó a alcanzar la meta. Corro… y bebo…; corro… y bebo… El estómago no va nada bien pero la verdad que me reanima cada trago que doy. Agarrada a esa botella, no quiero dejarla por nada del mundo, parece posible el final.

Noto de repente que he comenzado a hablar en alto, un corredor grandote, más alto que yo, mira hacia abajo con cara de sorprendido, y caigo en mi charla: “vas a correr sobre el agua; lograrás conquistar la alfombra azul; te quedan dos kilómetros; sí es posible, vas a terminar…” Y así prosigo, hablándome, corriendo y bebiendo. Avanzando.

En el Km41 hay corredores que literalmente se clavan al suelo, agachan la cabeza, y ya no logran continuar. Me gustaría gritarles: “¡no, tan cerca, no! ¡Sigue!”. Pero no tengo fuerzas. La gente sabe leer las caras de los corredores. Corro mirando al suelo, mi gesto no debe ser el mejor del mundo. Deben pensar caeré también, que me pierden, y leen el nombre en mi dorsal y se inicia el milagro de los ánimos personalizados: “María corre, María que ya lo tienes, los críos me corean. No me quedan fuerzas, no sé dónde las busqué, ni de dónde surgieron, me veo chocando manitas, dando las gracias, forzando sonrisas que regalarles. Esas personas a la que no conozco, ni volveré a ver, me están proporcionando el impulso necesario para llegar hasta el final.

Ver por fin la Ciudad de las Artes es increíble, como entrar en una película, las pupilas se agrandan para no perder detalle. Toda esa marea humana gritando, al otro lado de las vallas, parece empujarnos con cada palabra. Confieso que voy tocada. Hay gente aún peor, los corredores a los que logro dejar atrás, más lentos que yo. Algunos caminan con la barbilla rozando el pecho, abatidos, les veo rodar una lágrima por la mejilla. No es momento para ser sensibles, es hora de ser dura, de proseguir avanzando, pensar únicamente en que esto se acaba, en que yo sí acabo.


¡El cartel del Km42 es lo más maravilloso! Tras dejarlo atrás, un giro, un tramo recto, y finalmente la alfombra azul. ¡He logrado llegar nuevamente hasta ella como una corredora, he logrado entrar en META corriendo! No me han vencido ni el calor, ni el dolor, ni el agotamiento. ¡CONCLUÍ, al fin, mi QUINTO MARATÓN!

Foto de Ana Korricolari

Al cruzar la meta me siento verdaderamente cansada. No es el maratón que quería correr, no es el que traía entrenado. Es el que me ha tocado, es el que he hecho, el que he corrido. Lograr cruzar esta meta ha sido muy duro, todo el camino en su conjunto, desde tomar la decisión, pasando por los entrenamientos, hasta situarme en Valencia. No es nada recomendable llegar a un maratón con un cinturón lleno de sentimientos, el de los geles se va vaciando, las pasas se agotan y aligeramos algo de peso, pero los sentimientos permanecen, nos persiguen por todo el recorrido, y llegan con nosotros hasta esa línea donde podemos posarlos y despedirlos.

Recojo el avituallamiento, me dan la  medalla, y sin mirarla, la guardo en la bolsa. Esta quinta es un poco agridulce, no es la que me ha puesto más contenta. Terminar este maratón, simplemente, hace que me haya quitado un gran peso de encima. Debía correrlo, tenía que volver a Valencia, si mi padre me enseñó algo que tanto le gustaba como era el mar, yo tenía que enseñarle a él, que pese a lo que sufro, a mí me gusta mucho correr un maratón, porque durante esas horas me siento más viva que nunca.


No sé si regresaré o será la única vez que habré corrido sobre el agua y sentido que la alfombra azul, tiene un poco de vida también, con cada zancada se mueve, vibra, igual que lo hacemos los maratonianos al traspasar la meta. Es un maratón muy recomendable, y el lema de "no es lo mismo correr, que correr en Valencia", completamente cierto. Y de los valencianos, ¡qué contaros!, tan volcados tanto con la prueba como con los corredores.

Tenía pensado, si lograba un tiempo de menos de 4 horas, que éste fuese mi último maratón, como me he quedado 18 minutos bastante lejos del objetivo y todo se ha alineado en contra, significará que debo ir buscando uno nuevo que correr.

Me cambio de ropa. Me cuelgo la medalla, y a comer y a pasear por la Malvarrosa, que hay que sufrir lo justo y disfrutar todo lo que podamos.


Restaurante Els Angels




Grata coincidencia con el gallego Óscar Miranda, que tras correr 
el maratón, come también en Els Angels en la Malvarrosa 
y aprovecha para pasear por la playa


¡Filípides, pienso ganarte también en el sexto, espérame!

Saludos, abrazos, besos,

María Caballero
@MCG66Madrid





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